Tres enólogos, tres generaciones, repasan la
reciente historia del vino de Rioja, sus aciertos y sus desaciertos, en
el 25 aniversario de la asociación
Tres profesionales, tres perfiles, tres generaciones. La
Asociación de Enólogos de Rioja celebró este fin de semana su 25
aniversario y Félix García Gil (77 años), Antonio Palacios (50) y
Adriana Laucirica (35) analizan con Diario LA RIOJA las luces y sombras
de la profesión, y del propio vino de Rioja, en el último cuarto de
siglo.
El trabajo profesional ha sufrido una profunda
transformación y de la bata (el laboratorio) se ha pasado a la bota (el
campo): que el vino se hace en la viña es hoy una máxima indiscutible.
«Yo no pisaba las viñas, bastante tenía con controlar las elaboraciones
de unos 12 millones de kilos anuales; te llegaba la uva y nuestra labor
era hacer la mejor calidad posible». Félix García Gil trabajó durante 35
años entre las cubas, barricas y depósitos de Campo Viejo, con el
laboratorio como principal destino. «Hoy el enólogo es el 'hombre
orquesta'», explica Antonio Palacios. «Hay que seguir la maduración de
la uva, zonificar suelo y viñedo, recibir a los visitantes, promocionar
el vino, viajar, catar...». Adriana Laucirica, con diez años en activo,
ya 'mamó' en la universidad que para hacer vinos había que estar en el
campo: «Ahora bien, no eres consciente de ello hasta que haces tu
primera vendimia».
Los cambios en la profesión no son ajenos al sector. Entre
los aciertos de los últimos 25 años, los tres coinciden en señalar la
prohibición de los graneles como una gran decisión estratégica de Rioja:
«Era difícil -recuerda Félix García Gil-; había muchos intereses, pero
se consiguió y fue un gran hito que ha permitido a Rioja crecer y
desarrollarse». Antonio Palacios no olvida tampoco los avances
tecnológicos que han permitido asegurar y, por supuesto, mejorar las
elaboraciones: «La revolución industrial ha sido clave, con la
incorporación del frío para controlar los procesos fermentativos, las
mejoras en los procesos de clarificación con la utilización de enzimas,
la floración, la inoculación de levaduras seleccionadas, la utilización
de nutrientes y bacterias lácticas, la ósmosis inversa o la
nanotecnología...».
Aciertos y desaciertos
En otro ámbito, Rioja se defendió muy bien de las
tentaciones de las variedadades foráneas, con la apuesta por el
tempranillo y la renuncia al cabernet sauvignon, aunque no todo fueron
aciertos, como los arranques de la garnacha típica de La Rioja Baja:
«Perdimos un poco la sal y la pimienta; la garnacha es la hermana
graciosa de la familia varietal de Rioja», indica Palacios.
Dentro de las crisis cíclicas e históricas de Rioja, la
cosecha de 1999 marcó un punto de inflexión con las 425 pesetas por kilo
que llegaron a pagarse. «Fue histórico, pero recuerdo también precios
bajísimos en cosechas de gran calidad y, como aquellos, muy altos en
otras malas», reflexiona García Gil. Antonio Palacios va un poco más
allá. «Los cambios drásticos no son buenos, ni para los viticultores ni
para los bodegueros, pero merecido se lo tiene el viticultor, y más
cuando luego llegó la dieta...». En este sentido, el profesor de la UR
tiene claro que quien sustenta el campo son «cientos de miles de
agricultores que trabajan duro y mantienen a sus familias cuidando un
millón de hectáreas de viñedo en España y se tienen muy merecido obtener
recompensas en su esfuerzo».
La 'enoburbuja'
Llegó también años atrás la 'enoburbuja', con precios
disparatados y proyectos faraónicos: «Solo hay que ver cómo están muchas
bodegas de Rioja: en venta, cerradas, inactivas o sufriendo para pagar
nóminas; llegaron propietarios de otro sector, inviertieron cantidades
ingentes de dinero en macro proyectos sin viabilidad. Esto ha
desembocado en un desastre económico importante y también humano»,
sostiene Laucirica.
Y en este punto, aunque con una masa crítica de bodegas y
viticultores realmente implicada gracias a la cual Rioja es lo que es,
el mundo del vino afronta quizás su mayor problema: el desapego de los
jóvenes. «La cultura del vino ha cuajado», explica Laucirica, «pero
hemos envuelto al vino de un entorno demasiado elitista». Antonio
Palacios es más gráfico: «Un joven no lleva impreso en su cabeza tener
que esperar a ser millonario, intelectual, ermitaño o filósofo avanzado
para beber vino y disfrutar con ello».
Fuente: lomejordelvinoderioja.com (http://www.larioja.com/v/20130623/rioja-region/vino-visto-quienes-hacen-20130623.html)
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