Ha
reabierto sus puertas
Arqueológico
Nacional
Tras
casi tres años de reformas y una considerable inversión el Museo Arqueológico
Nacional se ha convertido en la nueva joya de la milla de oro cultural de la
Ciudad de Madrid, ubicado en la Calle de Serrano No. 13, 28001, Madrid España.
El Museo Arqueológico Nacional (MAN)
ha reabierto sus puertas al público tras acometer una remodelación integral
tanto en su arquitectura como en su diseño museográfico. Un proyecto de amplio
recorrido que es también la actuación de mayor calado que el Ministerio de
Educación, Cultura y Deporte ha llevado a cabo en un museo arqueológico, tanto
por su planteamiento, escala y volumen económico, como por su relevancia
institucional.
Fue creado mediante Decreto del 20
de marzo de 1867 en el que, además de crear el propio Museo, se establece la
primera red de museos provinciales con colecciones arqueológicas, y se crea un
cuerpo de funcionarios especializados en la custodia del patrimonio cultural
(los actuales conservadores de museos). Se trata, por tanto, de una norma de
gran trascendencia para la museología y la historia de los museos en España.
Como
hito urbano, el Museo Arqueológico Nacional completa la denominada milla de oro
o paseo del arte de los museos de Madrid Madrid, en la que se destacan otras
instituciones vinculadas al Estado, como el Museo Nacional del Prado, el Museo
Thyssen-Bornemisza o el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
La espectacular sala de los mosaicos romanos |
Cerca de 10.000m2 de superficie, con 40 salas
repartidas en cuatro plantas y dos grandes patios cubiertos como espacio
singular de exhibición y disfrute, constituyen la nueva exposición permanente
del museo. Se trata de un recorrido privilegiado por la historia de España, a
través de la arqueología, desde los orígenes de la hominización al siglo XIX.
El museo conserva la colección de bienes arqueológicos más importante de nuestro
país, desde el bifaz paleolítico a los delicados marfiles que aúnan el gusto
estético que la función para la que fueron creados; de omóplatos grabados de la
Cueva del Castillo, pasando por la estética abstracta del llamado ídolo de
Extremadura, hasta la belleza clásica de la Dama de Elche; de las esculturas
romanas o el crucifijo románico de Don Fernando y Doña Sancha hasta el Héctor
ecuestre de Filarete, por citar sólo algunos de sus bienes culturales más
destacados.
Tras la finalización de las obras, todos los
espacios públicos
e internos del Museo han sido dotados de equipamientos
específicos, adecuados a las funciones a desarrollar.
Francisco Jareño proyectó un edificio neoclásico
con basamento en granito almohadillado y piedra en el pabellón central, ventanas
y cornisas, así como en las dos fachadas principales en el Paseo de Recoletos
“la más monumental” y la calle Serrano. Los cuatro ángulos fueron concebidos en
forma de torres y en los paramentos de las fachadas laterales se utilizó el
ladrillo. En el interior se empleó el hierro forjado en las columnas que hubo
en los dos patios mayores del Museo, actualmente desaparecidas y en las cerchas
del espacio bajo-cubierta, recuperando en la renovación actual. En 1886 se
encargó un nuevo proyecto a Antonio Ruiz de Salces, manteniendo lo ya
construido aunque con una nueva decoración escultórica y pictórica. La
composición central de la fachada de serrano tiene columnata con capiteles de
orden jónico, y la decoración escultórica es mucho más reducida que la de la
Biblioteca e incluye sendas representaciones de Berruguete, Velázquez y dos
esfinges fundidas en bronce.
El edificio del Museo testimonia una dilatada
historia de reformas y ampliaciones. Ya entre 1931-1983 se puso en marcha un
ambicioso proyecto de modernización que se desarrolló muy parcialmente a lo
largo de la siguiente década. Posteriormente, en los años cincuenta se redactó
y ejecutó un proyecto de renovación museográfica de bajo costo. En 1964 se
inaugura la reproducción de la Cueva de Altamira bajo el jardín y en 1968 se
inicia una profunda reforma, con la construcción de un segundo sótano.
La vasta colección del Museo Arqueológico ha conseguido más visibilidad y racionalidad con la reforma. |
Tras la finalización de las obras,
todos los espacios públicos e internos del Museo han sido dotados de
equipamientos específicos, adecuados a las funciones a desarrollar. En este
sentido, las principales áreas públicas del museo son: El
salón de actos (181 butacas) y la sala de conferencias (64 butacas), ambos situados en la planta sótano, dotados de
mobiliario específico, funcional y moderno, además de equipamientos
audiovisuales de gran calidad y amplia gama de prestaciones para el desarrollo
de todo tipo de actos y eventos, con imagen, sonido y traducción simultánea. El área de acogida, información,
taquillas y venta de entradas, en planta baja, que suponen un salto cualitativo
en materia de atención al visitante por parte del museo. Una amplia superficie
de acogida e información, tras la entrada al museo, de paso a un espacio de
venta de entradas dotado de un mobiliario y unos elementos de señalización e
informativos, al servicio del público, igualmente, para el confort de los
visitantes, se dispone de taquillas individuales y taquillas para grupos
escolares, así como un espacio para la atención y organización de los grupos de
visita.
La sala de actividades (140m2),
ubicada tras el área de venta de entradas en la planta baja, está equipada con
un mobiliario especialmente pensado para los diversos talleres y actividades
educativas que se desarrollarán en este espacio.
La tienda y la cafetería del museo,
en planta baja (con 134 m2 cada una), se han concebido como destacados
servicios públicos dotados de un mobiliario cuyo diseño es coherente con la
estética y materiales del propio proyecto museográfico.
Las históricas tres salas nobles
(con 274,16m2 en total) en la planta segunda del edificio, han sido adecuadas a
las necesidades actuales en materia de mobiliario e iluminación específica de
acuerdo con los requerimientos de conservación de los extraordinarios paños
bordados y el resto de bienes culturales que albergan.
La biblioteca (con 1336,34 m2) en el
espacio bajo-cubierta de la planta cuarta con las históricas cerchas metálicas
del edificio original rehabilitadas, ofrece una nueva sala de lectura dotada de
un mobiliario especialmente adaptado a este singular y atractivo espacio. Las
estanterías se adaptan mediante dinteles sobre los pasos bajo las cerchas
sustentantes para cumplir la exigencia de aprovechamiento máximo del espacio.
Todos los espacios del museo han
sido dotados de sistemas y equipamientos de seguridad (circuito cerrado de
televisión y sensores volumétricos), así como señalizados convenientemente,
tanto en español, como en inglés.
La vasta colección del museo se ha
compartimentado en varias secciones:
PREHISTORIA. Comprende
colecciones de la Península Ibérica desde los orígenes del proceso de
hominización hasta el Bronce Final, en torno a los siglos X y IX. A.C.
Yacimientos destacados son Aridos, San Isidro, Torralba y Ambrona, la cueva de
El Castillo, Los Milares o El Argar. Destacan conjuntos como el de la cueva de
los Murciélagos de Albuñol (Granada), Ciempozuelos, la Ría de Huelva, objetos
de orfebrería de Cehegín, Sagrajas, Bodonal de la Sierra, Axtroki, o las
esletas del Suroeste.
PROTOHISTORIA. Abarca colecciones de la Península Ibérica del I
Milenio A.C., con relevantes piezas como las damas de Galera, Elche, Baza o
Ibiza; el monumento de Pozo Moro, los conjuntos de Osuna, Lebrija, La aliseda o
los verracos vettones. Destacan yacimientos como Azaila, Baza, Numancia, La Mercadera,
Cogotas, La Osera, Cerro de los Santos;
los conjuntos de
orfebrería de Mengíbar, Javea,
Perotito, Abengibre, Salvacañete o rieves; y de la cultura talayótica destacan
las tres cabezas de toro de Costitx.
Por su calidad didáctica y la optimización museística el Museo Arqueológico es ya una estrella de nuestro patrimonio cultural. |
Fuente: Revista Carta de España No. 704
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