lunes, 21 de julio de 2014


Ha reabierto sus puertas


Un nuevo Museo
Arqueológico Nacional
 
 
Tras casi tres años de reformas y una considerable inversión el Museo Arqueológico Nacional se ha convertido en la nueva joya de la milla de oro cultural de la Ciudad de Madrid, ubicado en la Calle de Serrano No. 13, 28001, Madrid España.
 
El Museo Arqueológico Nacional (MAN) ha reabierto sus puertas al público tras acometer una remodelación integral tanto en su arquitectura como en su diseño museográfico. Un proyecto de amplio recorrido que es también la actuación de mayor calado que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte ha llevado a cabo en un museo arqueológico, tanto por su planteamiento, escala y volumen económico, como por su relevancia institucional.
Fue creado mediante Decreto del 20 de marzo de 1867 en el que, además de crear el propio Museo, se establece la primera red de museos provinciales con colecciones arqueológicas, y se crea un cuerpo de funcionarios especializados en la custodia del patrimonio cultural (los actuales conservadores de museos). Se trata, por tanto, de una norma de gran trascendencia para la museología y la historia de los museos en España.
Como hito urbano, el Museo Arqueológico Nacional completa la denominada milla de oro o paseo del arte de los museos de Madrid Madrid, en la que se destacan otras instituciones vinculadas al Estado, como el Museo Nacional del Prado, el Museo Thyssen-Bornemisza o el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
La espectacular sala de los mosaicos romanos

Cerca de 10.000m2 de superficie, con 40 salas repartidas en cuatro plantas y dos grandes patios cubiertos como espacio singular de exhibición y disfrute, constituyen la nueva exposición permanente del museo. Se trata de un recorrido privilegiado por la historia de España, a través de la arqueología, desde los orígenes de la hominización al siglo XIX. El museo conserva la colección de bienes arqueológicos más importante de nuestro país, desde el bifaz paleolítico a los delicados marfiles que aúnan el gusto estético que la función para la que fueron creados; de omóplatos grabados de la Cueva del Castillo, pasando por la estética abstracta del llamado ídolo de Extremadura, hasta la belleza clásica de la Dama de Elche; de las esculturas romanas o el crucifijo románico de Don Fernando y Doña Sancha hasta el Héctor ecuestre de Filarete, por citar sólo algunos de sus bienes culturales más destacados.
 
Tras la finalización de las obras, todos los espacios públicos
e internos del Museo han sido dotados de equipamientos
específicos, adecuados a las funciones a desarrollar.
  
Francisco Jareño proyectó un edificio neoclásico con basamento en granito almohadillado y piedra en el pabellón central, ventanas y cornisas, así como en las dos fachadas principales en el Paseo de Recoletos “la más monumental” y la calle Serrano. Los cuatro ángulos fueron concebidos en forma de torres y en los paramentos de las fachadas laterales se utilizó el ladrillo. En el interior se empleó el hierro forjado en las columnas que hubo en los dos patios mayores del Museo, actualmente desaparecidas y en las cerchas del espacio bajo-cubierta, recuperando en la renovación actual. En 1886 se encargó un nuevo proyecto a Antonio Ruiz de Salces, manteniendo lo ya construido aunque con una nueva decoración escultórica y pictórica. La composición central de la fachada de serrano tiene columnata con capiteles de orden jónico, y la decoración escultórica es mucho más reducida que la de la Biblioteca e incluye sendas representaciones de Berruguete, Velázquez y dos esfinges fundidas en bronce. 
  
El edificio del Museo testimonia una dilatada historia de reformas y ampliaciones. Ya entre 1931-1983 se puso en marcha un ambicioso proyecto de modernización que se desarrolló muy parcialmente a lo largo de la siguiente década. Posteriormente, en los años cincuenta se redactó y ejecutó un proyecto de renovación museográfica de bajo costo. En 1964 se inaugura la reproducción de la Cueva de Altamira bajo el jardín y en 1968 se inicia una profunda reforma, con la construcción de un segundo sótano. 
La vasta colección del Museo Arqueológico ha conseguido más visibilidad y racionalidad con la reforma.

         
Tras la finalización de las obras, todos los espacios públicos e internos del Museo han sido dotados de equipamientos específicos, adecuados a las funciones a desarrollar. En este sentido, las principales áreas públicas del museo son: El salón de actos (181 butacas) y la sala de conferencias (64 butacas), ambos  situados en la planta sótano, dotados de mobiliario específico, funcional y moderno, además de equipamientos audiovisuales de gran calidad y amplia gama de prestaciones para el desarrollo de todo tipo de actos y eventos, con imagen, sonido y traducción simultánea. El área de acogida, información, taquillas y venta de entradas, en planta baja, que suponen un salto cualitativo en materia de atención al visitante por parte del museo. Una amplia superficie de acogida e información, tras la entrada al museo, de paso a un espacio de venta de entradas dotado de un mobiliario y unos elementos de señalización e informativos, al servicio del público, igualmente, para el confort de los visitantes, se dispone de taquillas individuales y taquillas para grupos escolares, así como un espacio para la atención y organización de los grupos de visita.
 
La sala de actividades (140m2), ubicada tras el área de venta de entradas en la planta baja, está equipada con un mobiliario especialmente pensado para los diversos talleres y actividades educativas que se desarrollarán en este espacio.

La tienda y la cafetería del museo, en planta baja (con 134 m2 cada una), se han concebido como destacados servicios públicos dotados de un mobiliario cuyo diseño es coherente con la estética y materiales del propio proyecto museográfico.
 
Las históricas tres salas nobles (con 274,16m2 en total) en la planta segunda del edificio, han sido adecuadas a las necesidades actuales en materia de mobiliario e iluminación específica de acuerdo con los requerimientos de conservación de los extraordinarios paños bordados y el resto de bienes culturales que albergan.
 
La biblioteca (con 1336,34 m2) en el espacio bajo-cubierta de la planta cuarta con las históricas cerchas metálicas del edificio original rehabilitadas, ofrece una nueva sala de lectura dotada de un mobiliario especialmente adaptado a este singular y atractivo espacio. Las estanterías se adaptan mediante dinteles sobre los pasos bajo las cerchas sustentantes para cumplir la exigencia de aprovechamiento máximo del espacio.
 
Todos los espacios del museo han sido dotados de sistemas y equipamientos de seguridad (circuito cerrado de televisión y sensores volumétricos), así como señalizados convenientemente, tanto en español, como en inglés.
 
La vasta colección del museo se ha compartimentado en varias secciones:
 
PREHISTORIA. Comprende colecciones de la Península Ibérica desde los orígenes del proceso de hominización hasta el Bronce Final, en torno a los siglos X y IX. A.C. Yacimientos destacados son Aridos, San Isidro, Torralba y Ambrona, la cueva de El Castillo, Los Milares o El Argar. Destacan conjuntos como el de la cueva de los Murciélagos de Albuñol (Granada), Ciempozuelos, la Ría de Huelva, objetos de orfebrería de Cehegín, Sagrajas, Bodonal de la Sierra, Axtroki, o las esletas del Suroeste.
 
PROTOHISTORIA. Abarca colecciones de la Península Ibérica del I Milenio A.C., con relevantes piezas como las damas de Galera, Elche, Baza o Ibiza; el monumento de Pozo Moro, los conjuntos de Osuna, Lebrija, La aliseda o los verracos vettones. Destacan yacimientos como Azaila, Baza, Numancia, La Mercadera, Cogotas, La Osera, Cerro de los Santos;    los      conjuntos      de      orfebrería   de Mengíbar, Javea, Perotito, Abengibre, Salvacañete o rieves; y de la cultura talayótica destacan las tres cabezas de toro de Costitx.
 
Por su calidad didáctica y la optimización museística el Museo Arqueológico es ya una estrella de nuestro patrimonio cultural.

 Fuente: Revista Carta de España No. 704


 
 




 

 
 

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